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José Luis Mendoza

ESPEJO

 

+ “SOLES” BRINDO UN TRIUNFO DE ANTOLOGÍA…

+ UN ROUND QUE MERECE LA REVANCHA…

+ MARIGUANA PARA DAR Y AGUANTAR…

 

“SOLES” con la magnífica actuación del jueves pasado derrotando a los “Barreteros” de Zacatecas, se reivindicaron ante su afición terminando por arrollar a sus rivales con una gran actuación de la nueva adquisición de “Soles”, Kenetrell Gransberry, habrá que aprenderse este nombre porque sin duda será el futuro guía del equipo y Román Martínez, ambos con verdaderos encestes de antología.

Con un titubeante primero y segundo período quedaron abajo en el score, fallando en tiros al aro y deficiencias en la recuperación de la pelota. Para el tercero y último cuarto “Soles” se sublimó para terminar avasallando a los zacatecanos por 83 a 73 puntos.

Iván Deniz, mandó a la duela inicialmente a Jay Flores, Santiago Aguirre, Gransberry, Román Martínez y Carl Elliot, que al final se convirtieron en la base del cuadro que con el resto José Luis Bucio, Alexander Franklin, Israel Nolasco, Michel Lizárraga, Benji Arvizu y Erick Waterford, darán mucho de que hablar. Hoy vamos contra Aguascalientes. ¿Porqué no repetir la dosis?

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JULIO, de resultar positivo el uso de mariguana previo a su pelea, by by revancha.

Dijo Bob Arum  «Julio va a tener que explicar a la comisión que pasó y la comisión se regirá de acuerdo a esto. Sí había un rastro de marihuana, para mí, no es lo mismo que usar un medicamento para mejorar el rendimiento. Eso es hacer trampa».

Porque cuando Sergio Martínez cayó en el último asalto, el Thomas & Mack Center pareció venirse abajo, aquella noche del 15 de septiembre. Fue como una explosión,  pensando en algo inusitado como cuando su (padre) JCChávez le dio vuelta en aquella inolvidable pelea contra Meldrid Taylor, creyendo que Julio haría la misma proeza.

Hasta ese momento, el argentino -que ahora suma 50 victorias y 2 derrotas con 28 KO- había ganado todos los asaltos. Julio (quien ahora cuenta su primera derrota en 48 peleas, con 46 victorias, 1 empate y 32 KO), poco había podido hacer hasta el momento, ante la velocidad de disparos y el estilo indescifrable de su adversario.

Y ahí realmente se ganó la revancha, porque Julio hizo lo que durante once episodios no pudo o no le dio la gana hacerlo, al grado que se sintió autosuficiente para derrotar al argentino que le costó caro, más que los magullones que se llevó en el rostro y el trago amargo que le hizo pasar a su papi y a Omarcito quienes sentados en su esquina se desgañitaban en darle apoyo y consejos.

Y si vale la pena, hay que darle la revancha, porque aparentemente se vió que sino siguió las reglas de su esquina, también le faltaron agallas lo que al padre le sobraba.

Eso nos recuerda una anécdota de cuando un director técnico le decía a su pupilo, que era bueno para jugar y mover la pelotita, pero nomás oía pasos atrás y se “arrugaba”.

“No sea miedoso, “éntrele”, le decía su DT.

“Sino fuera miedoso, hubiera sido torero o boxeador” le contestó aquel jovencito.

A nuestro parecer, fue lo que le faltó al junior, valor, porque fuerza y técnica la tiene, pero sin corazón. Y esos siempre se quedarán a medio camino. Ojalá Julio, no sea de esos.

En la semana previa, Chávez Junior insistió en que ganaría por ser más fuerte y más pesado. Pero hasta para hacerse sentir en esas ventajas físicas, el hijo de la Leyenda tenía que hacer algo elemental: presionar y lanzar golpes. Al no hacerlo y al cederle el centro del ring a Martínez, facilitó el trabajo de su retador al campeonato mundial de los pesos medianos. De hecho, recordar que cuando tanto se hablaba de que Chávez subiría al ring con gran ventaja física, en el pesaje registró dos libras por debajo del límite, un peso inusualmente bajo para alguien con problemas para bajar de peso. Martínez, a su vez, registró 158.

«El asunto es no perder velocidad a pesar de que sea más pesado que él», aseguró Chávez en los días previos. Pero ni ganó velocidad ni supo imponer su mayor quilaje.

Cuesta trabajo encontrar variantes cuando un boxeador le gana al otro todos los asaltos.

Cuando el dominio es tan abrumador de un lado, el boxeo se parece al fútbol o a los toros. En el fútbol, hay que hacer un gol. En el toreo, hay que rematar la faena. En el boxeo hay que noquear, o provocar el desequilibrio que termine con la contienda. Martínez no quiso o mejor dicho, no pudo hacerlo. Tal vez porque sabía del peligro de los golpes de Chávez, o tal vez porque entendió que la diferencia física le impedía apenas moverlo al mexicano, pero no logró mandar la andanada final o el estoque a fondo como hizo con otros rivales.

Con el rostro lastimado y sin ningún otro plan que el atacar esporádicamente, Chávez era el retrato de la impotencia. Apareció algo de sangre en su rostro, y hubo asaltos, como en el octavo, en el que el argentino trabajó a voluntad, pero sin estacionarse nunca en la zona de definición. Parecía inminente el desborde total, pero no se producía del todo. Ganaba Martínez, eso era seguro; pegaba a voluntad, indiscutible; pero le faltaba ese gol que le reclamaba el público.

Se le podrá reprochar a Martínez que dejó sobrevivir a su rival. Se le podrá reprochar a Chávez no haberse lanzado a un ataque a fondo para quebrar semejante desequilibrio.

Pero algo influyo?

Chávez porque cuando logró algún desborde terminó recibiendo mucho más de la cuenta. Martínez porque, evidentemente, debe haber sentido respeto por la mano de su adversario.

Chávez Junior acarició la gloria cuando derribó a Martínez en el último asalto.

Dicen que este último asalto vale varios millones de dólares, porque justifica ampliamente la revancha que, hasta el décimo primero, no hubiera tenido ningún sentido.

En el boxeo hay retadores, campeones, súper campeones y estrellas. Ese sábado, Sergio Martínez demostró que es una estrella. En la madurez de su vida y cuando muchos otros piensan ya en el retiro, Martínez celebró el mejor momento de su carrera profesional, lo mandó al colegio a Chávez y, sin quererlo, por supuesto, se aseguró una revancha millonaria. Noche de drama y gloria en Las Vegas, noche en donde definitivamente, ganó el boxeo.

Ojalá no nos toque vivir una secuencia más de lo que Jorge Páez hizo al vencer dos veces seguidas a Omarcito. Porque sería de nuevo “tropezar con la mima piedra”.

jlmendoza32@hotmail.com

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