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BEISBOL

AL BAT

Eran pitchers de acero

•        Kevin Youkilis y los NYY pactaron contrato de un año y US$12 millones; jugará en la esquina caliente mientras Alex Rodríguez se recupera de una cirugía en la cadera programada para enero y su retorno hasta julio-agosto.

Por Jesús Alberto Rubio.

Leyendo las efemérides de Alfonso Araujo, confirmo lo que le dije hace días en cuanto a aquellos “caballos” que lanzaban joyas de pitcheo, lechadas y juegos completos, algo que ya no se ve en los diamantes del beisbol mexicano.

Mire qué dato: el martes 12 de Diciembre de 1967 se trenzaron en gran duelo Vicente Romo de los Cañeros y Horacio Piña de los Tomateros, quienes en ¡15 entradas! mantenían  el 0-0. Relevó Pepe Peña por Mochis en la entrada 16 y recibió jonrón con uno en base de Benjamín Cerda para la victoria de 2-0.

El triunfo se lo acreditó el “Bombero” Enrique Castillo.

Juegos completos o más allá del noveno por un lanzador, prácticamente están en extinción.

También el 9 de mayo de 1966 Guadalajara fue el escenario de una gran batalla de 18 entradas entre Charros de Jalisco y Tigres del México. De nuevo Vicente Romo fue la gran figura al lanzar 16 entradas y otra vez Castillo fue el ganador (5-4) al suplir al “Huevo” a partir de la 17. Juan Suby, también en relevo, lanzó once episodios de manera formidable, pero perdió el histórico encuentro.

Hombres de acero, pues.

Zenón Ochoa, en 1946, en la Liga Nacional lanzando para Saltillo  se enfrascó en duelazo de 16 1/3 contra Conrado Marrero; luego en el 47, en la Liga de Sonora, con Empalme, lanzó 16 episodios en juego de 20 entradas.

Qué decir del juego más extenso de 27 episodios en la pelota profesional de México (Liga Central, 17 de julio de 1960 en Aguascalientes), donde Hugo Ríos (León) tiró ¡26 2/3! perdiendo  5-4 (23H, 17K y 9B). Su contrincante por los Rieleros, Javier Rodríguez, lanzó las primeras ¡23 entradas!

Eso, amigos, imposible de volver a ver.

¿Cómo la ve?

Amaranto Celaya Celaya:

Estimado amigo:

Aprovecho tu espacio para contar una anécdota que guardo con gran aprecio ya que involucra a dos estimadísimos amigos, fieles y amantes del beisbol y quienes que le guardaron hasta su muerte veneración al Supermán de Chihuahua.

Se trata de mi compadre Ignacio Cázares Ahumada y Franco León García.

Vamos, pues:

Nacho, narraba los juegos de la Liga Norte y era un cronista deportivo muy completo; inclusive llegó a transmitir en la Liga Mexicana del Pacífico en radio de Hermosillo.

Hablar de Pancho en Peñasco, es evocar la historia del beisbol en nuestra región; un promotor non e impulsor del Rey de los deportes, tanto que delante de él no permitía se hablara de otro deporte que no fuese el beisbol.

Presidente por vida del Club Tiburones de Peñasco.

Ambos,  ya fallecieron. Nacho todavía muy joven y, Pancho en agosto e 1979, poco después de bautizar la Presidencia Municipal el estadio con su nombre.

Fui, orgullosamente amigo muy cercano de los dos.

La anécdota es que Nacho sentía tanta veneración por el Espino que, aseguraba, no habría ya otro de su categoría; sobre todo con el bat.

Nosotros sus amigos teníamos la obligación de tolerar sus aseveraciones, aunque de vez en cuando lo instábamos a no decir tal cosa, pues a lo mejor en ese momento estaría naciendo su sucesor y que lo igualaría o superaría.

Nacho, nunca aceptó la sugerencia sino al contrario, hasta se molestó con nosotros. Ante la respuesta, acudimos a la ecuanimidad de Pancho León, y resulta que nos fue peor al asegurar  que no nacería ya en México algo mejor que Héctor Espino.

Toda esta serie de señales fueron confirmadas por los años setentas, cuando los Naranjero visitaron Peñasco en la serie de juegos de exhibición antes de dar inicio la temporada.

Venían con el equipo jugadores inolvidables como el «Tambo» Villarreal, “Chico” Rodríguez, el “Kalimán”, el “Avestruz” Rodríguez, y en general aquella serie de personajes que hicieron que los Naranjeros fueran los favoritos de por vida de toda gente de esta región; y mira que siguen siendo pues en las últimas presentaciones en el estadio municipal ha quedado demostrado, que «Naranja es nuestro color».

Resulta que andando pegado a Pancho, nos invitó a asistir al dogout para invitar a Espino a cenar después del juego, aceptando junto con el “Kalimán” Sergio Robles.

Pancho iba loco de contento acompañado de lo dos estrellas, sus ídolos, al Restaurant Colonial donde tuvimos una gratísima charla que se prolongó hasta que cerraron el negocio. Por supuesto, todo giró en torno a tópicos del beisbol.

De ahí, en su automóvil, los llevó de regreso al hotel, y su esposa, la finísima doña Margarita Moreno de León, siempre nos ha recordado de los feliz que Pancho llegó esa pues se dio el lujo, la satisfacción y el honor de cenar con Espino y, saber más de su vida.

Esa gentileza de Héctor de convivir con él, se la llevó a la tumba. Tal era la veneración que sentía por el jugador.

Luego, Nacho apareció por el restaurante grabadora en mano y le hizo una entrevista que la guardó por siempre.

Esta es la historia de los sentimientos de dos inolvidables amigos que se nos adelantaron en el camino y coincidían en ser verdaderos fanáticos del NIÑO ASESINO. Saludos y como siempre,  muchísimas gracias por tus gentilezas.

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