Clutch a Fondo
Por Julio Arturo Couoh “Clutch” Amador
De la toxicidad a la nostalgia
Nunca me imaginé que volvería a dedicarle líneas al béisbol. Prometí no hacerlo después de aquel febrero de 2008 en el que juré cerrar ciclos.
El yo de hace 13 años era un poco diferente, rodeado de ciertas rutinas que impedían disfrutar algunos detalles que ahora son nostálgicos.
Mi relación con el béisbol fue como un noviazgo forzado. Tal vez si el día de hoy tuviera la oportunidad que se me “impuso”, la viviría de una manera más relajada, como un espectador.
Al menos esa es la impresión que ahora me deja el escuchar las transmisiones de la actual Serie Mundial, con oídos de aficionado. El béisbol prefiero escucharlo. No verlo, a diferencia del fútbol americano o el voleibol.
Nunca fui experto (ni quise serlo) y es por eso que prefiero escuchar los comentarios de José Luis Nápoles, Luis Eduardo Quiñones y otros analistas de la legendaria WQBA de Miami, ahora enlazados gracias a TUDN en las frecuencias regionales.
No es una crónica ortodoxa, sino un relato anecdótico, ágil y ameno el que comparten en sus narraciones, muy propio del Caribe y de la Costa Este, distinto al que se nos había acostumbrado a los radioescuchas en el Pacífico.
Es por eso que me he atrevido a tomar la llave del recuerdo y girar la cerradura de una puerta que me había negado a abrir por mucho tiempo.
Ahora mi terapia de todas las noches en plena postemporada de MLB es escuchar a estos caballeros mientras estoy en la cocina o al momento de realizar algunas actividades académicas por la tarde en casa… ¡Quién lo diría!
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En octubre de 2001, Tony Gwynn dijo adiós a los diamantes, y recuerdo cómo varios jugadores contemporáneos del emblemático bateador sandieguino saltaron al terreno para rendirle homenaje.
Bob Costas fue el maestro de ceremonias en aquella noche de otoño de hace 20 años en el ya desaparecido “Jack Murphy Field”. Recuerdo haber platicado con Isidro Monge y Randy Jones.
Las cintas deben estar almacenadas en algún cassette, al igual que las hechas a Beto Ávila (o Bob Avila, como solían llamarlo los medios angloparlantes) un año atrás durante otro homenaje que le hicieron en San Diego.
El “Thanks Tony Weekend” fue la experiencia más cercana a los playoffs después de que los Padres jugaron la Serie Mundial de 1998 en un escenario que hoy es historia. Se colocaron sillas de más en el palco de prensa, hasta detrás de las bardas que separaban el pasillo de las mesas.
Se asignaron acreditaciones especiales, de las cuales aún tengo la evidencia de que sí asistí al evento, a diferencia de mucho material relacionado con el béisbol del cual decidí desprenderme como guías de prensa, tarjetas, souvenirs, fotografías impresas (ya que al menos, en nuestro caso, se trabajaba aún en rollo)….
Algunos los regalé a amigos,a entrenadores cubanos que venían a México de intercambio, o a voluntarios que participaron en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla, durante la celebración del torneo de béisbol en aquella ciudad colombiana a la que pude asistir como becario AIPS-Femecrode para un seminario de Atletismo que incluía como fase práctica, la cobertura de los propio juegos.
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A Gwynn le obsequiaron una motocicleta tipo “chopper”. Recuerdo el ruido del motor y la canción “Born to be wild” sonando de fondo. Hay que reconocer que el DJ o encargado de la música en el estadio siempre tuvo buen gusto.
En la escena posterior al último juego del toletero de lujo de los frailes, añadió varios tracks que aún resuenan en mi mente como “To sir with love” (“Al maestro con cariño”), de Lulu, e inclusive “Thank you”, de Dido.
Un par de semanas después, el Canal 4 de Cox Communications, que en ese entonces se veía en varias partes de Baja California, retransmitió la ceremonia y puso el track con el que la cantante inglesa se hizo famosa gracias a un dueto con Eminem (aunque ya había sido la banda sonora de la película “Sliding doors” en 1998).
De la ceremonia se realizó un video especial, que inclusive, creo, fue puesto a la venta para quienes quisieran tenerlo. Ahora, la transmisión completa se encuentra en los archivos del Canal 8 de San Diego en Youtube.
Las escenas son una joya, pues ese fin de semana Rickey Henderson pegó su hit 3 mil. Esa misma temporada había impuesto récord de bases robadas, y días después se llevó la base completita de recuerdo hasta su casa.
Quienes lo vieron dicen que se las llevó en su Rolls Royce negro, que estacionaba en la rampa de acceso cercana a uno de los dos túneles que conectaban al estacionamiento con el campo.
Entrevistar a Henderson era una auténtica epopeya, una misión imposible. Rickey hablaba en tercera persona de sí mismo, pero era esa especie de atletas místicos, como un Maradona o Pelé del diamante. Lo más cercano a él en este momento sería quizá Tom Brady, por la longevidad.
A Henderson por su personalidad, lo pondría casi en el mismo pedestal que Michael Jordan o Kobe Bryant, aunque es más un ídolo de culto. Ese día pude intercambiar al menos dos frases con Rickey, la palabra clave fue “Navojoa”. Sonrió.
Eso hubiera dado la clave para una historia más anecdótica. Pero el yo de hace 20 años dejaba escapar muchos detalles. Y es que, simplemente, nos habíamos malacostumbrado a que los editores dejaran muchos cabos sueltos y no se disfrutara del quehacer impuesto…
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El Jack Murphy Field, conocido posteriormente como Qualcomm Stadium y en sus últimos años como SCCU Stadium es ya un recuerdo como lo son ahora el antiguo Estadio Balboa o el Aztec Bowl, donde John F. Kennedy, dio un discurso durante su visita a la ciudad fronteriza del Sur de California.
En tan sólo unos cuantos años, muchos lugares son ya parte de la memoria. Recuerdo que la última vez que visité Balboa Park, antes de la pandemia, me sorprendió ver cómo el antiguo Breitbard Hall of Champions era sólo una reliquia.
Muchas de las colecciones que guardaba fueron trasladadas al Petco Park, donde se habilitó un nuevo espacio para no perder el legado de una figura como Bob Breitbard, quien fue de la idea de tener esa especie de Salón de la Fama en un edificio adornado con motivos Mesoamericanos.
Lo último que se decía de ese espacio que estaba en Balboa, y que antes de la pandemia sólo conservaba su cafetería en servicio, era que se convertiría en el Museo y oficinas de la Convención del Cómic (Comic-Con). En más de un año sin cruzar, no he podido constatar que avances han habido de ello.
En lo que es el nuevo inmueble que se erige en el Valle de la Misión van avanzadas las obras del que por ahora es conocido como “Aztec Stadium”. Tendrá menos capacidad que la que alguna vez tuvo el Murphy o Qualcomm.
Espero que no haya conflicto de nombre con el Coloso de Santa Úrsula, ya que San Diego tendrá su propio “Estadio Azteca” o lo que algunos llamarán el “Aztequita del norte”.
Es muy probable que el escenario reciba un “bautismo corporativo” y que surja una firma que lo patrocine y pague por los derechos de nombre como ha sucedido con el “Valley View” Center (antes Sports Arena) y el “Viejas Arena”.
Sólo queda esperar a que se levanten las restricciones para cruces esenciales, y también se autoricen los biológicos faltantes para revivir aquellas viejas caravanas rumbo al Valle de la Misión…
El columnista es Analista de NFL, Fútbol Americano Colegial, Voleibol y disciplinas olímpicas, ganador del California Chicano News Media Association “La Pluma Award” (2005-2006). Ha sido enviado especial a 5 Super Bowls; Secretario y Presidente de la Comisión Continental de Prensa NORCECA (2011-2019) y miembro de la Comisión Mundial de Prensa y Comunicación FIVB (2012-2016).