Connect with us

BEISBOL

AL BAT

Luis “Lou” Almada pudo haber sido el primer pelotero mexicano en MLB

•       Una lesión sufrida con los Gigantes de NY le impidió tan grande logro que finalmente quedó en poder de Melo (Mel) Almada en 1933 –hace 80 años– con los Medias Rojas de Boston.

Por Jesús Alberto Rubio.

José Luis (Lou/Louis en EU), hermano mayor de Baldomero “Melo” Almada, pudo haber sido en 1927 el primer pelotero nativo de México en el beisbol de Ligas Mayores jugando para los Gigantes de Nueva York bajo el mando de legendario John McGraw.

Por la trascendencia y rescate histórico del tema, si le parece, hoy no hablaremos de Melo… sino de Luis Almada, zurdo para batear y tirar quien destacó con gran impacto en Ligas Menores entre 1928 y 1937.

Para los escritores David Eskenazi y Steve Rudman, por sus registros,  a Luis se le consideró en esa época un jugador excepcional.

Vamos a su historia:

Nacido el 7 de septiembre de 1907 en El Fuerte, Sinaloa, México, José Luis Almada fue uno de los ocho hijos (dos varones y seis mujeres) de Baldomero Almada y Amelia (Baldomero podría remontar su ascendencia a Portugal, Amelia, a Francia).

En ese tiempo, Baldomero administraba una serie de haciendas en nombre del gobierno mexicano, pero con la Revolución Mexicana (1910-1920) tuvo que trasladar a su familia a Los Ángeles, California.

Tuvo ofrecimientos del gobierno mexicano de ser embajador de México en Francia, así como un puesto en el Consulado General de México en Nueva York, pero  rechazó ambas invitaciones.

En cambio, Baldomero eligió trabajar en el consulado mexicano en Los Ángeles, debido principalmente que estaba más cerca de su natal México que de Nueva York o Francia.

Ese capítulo, su hijo Eduardo lo cuenta de la siguiente manera:

“En 1913, meses después de que él había nacido, llegó una orden de Victoriano Huerta de que fusilaran a mi abuelo”, relata Eduardo Almada, tercer hijo de Melo “A mi abuelo le dieron el pitazo antes de que le avisaran al jefe del cuartel de que había llegado esa orden de fusilarlo”.

Escapando de un trágico destino, la familia Almada llegó a Estados Unidos, primero a Tucson, Arizona, y posteriormente a la ciudad de Los Ángeles, donde Melo viviría su adolescencia y descubriría su pasión por los deportes.

Pero Baldomero Almada siempre sintió un cariño especial por su tierra. Ya siendo un beisbolista profesional, Melo visitaba asiduamente Navojoa, Sonora, situado a poca distancia de Huatabampo. Ahí conoció a Alicia Terminel, quien sería su esposa.

“Se casaron el 30 de octubre de 1938, mi papá acaba de terminar la temporada, tal vez su mejor año en Grandes Ligas. La boda fue en la parroquia del Sagrado Corazón (en Navojoa), fue un pachangon tremendo. Doña Alicia Terminel de Almada todavía, gracias a Dios, en vida a sus casi 93 años en Caborca, Sonora”, dice Eduardo.

En Los Ángeles

Sigamos:

Tras su arribo a Los Ángeles, de siete años de edad, Lou Almada –el hijo mayor de Baldomero–, estaba fascinado por un grupo de hombres jugando al softball. Posteriormente vio juegos de béisbol y fútbol con los “Romanos” en su escuela secundaria de Jefferson y John Adams Junior High School.

En High School de Los Ángeles, comenzó a destacar como lanzador (un promedio de 14 ponches por juego).

Incluso, como mariscal de campo en 1925 y 1926 fue bujía para que su equipo angelino “Romanos” consiguiera un bicampeonato en la Liga Mayor de Futbol Americano, lo que le valió recibir ofertas de becas de la USC y de Notre Dame.

En la década de 1960, en una encuesta realizada por el diario Los Ángeles Times, fue elegido vía votos como el mariscal de campo más destacados de la esa época.

Precisamente, en 1926 era el más destacado atleta de su escuela secundaria en California (Ted Williams y John Elway más tarde ganaron el mismo premio). En esos días, Almada rechazó dos becas con el fin de seguir una carrera en el béisbol como lanzador y jardinero.

Ponchó a Ruth y…

Luis Almada llamó la atención cuando, en el verano de 1926, ponchó a Babe Ruth en un partido de exhibición en el Wrigley Field de Los Ángeles.

Entonces, Sam Crawford, ya un scout de los Gigantes de Nueva York, y Ty Cobb, lo invitaron al campo de entrenamiento de primavera (1927) de los Gigantes de Nueva York, dirigidos por John McGraw, con la firma de un contrato de $ 5.000 dólares.

Luis, a quien desde su plantel escolar llamaban “El Caballero de California”, aceptó con gran gusto jugar pelota al lado de futuros miembros del Salón de la Fama Burleigh Grimes, Rogers Hornsby, Freddie Lindstrom, Mel Ott, Ed Roush y Bill Terry.

Sin embargo, no le fue tan fácil dominar a los bateadores de Grandes Ligas durante los partidos de pretemporada en Sarasota, Florida, y para su mala fortuna recibió una línea de Lindstrom Freddie recibió una línea en la frente cuando corría las bases y eso le afectó seriamente la vista durante casi dos años, por lo que John McGraw lo envió a las Ligas Menores para su recuperación.

Lou no regresaría.

Frustrado, nostálgico y solo, según el autor Gilberto García, quien escribió extensamente acerca de Luis Almada, dejó a los Gigantes y regresó a California. Si se hubiese quedado, Lou probablemente se habría convertido en el primer ciudadano mexicano para jugar en las Grandes Ligas.

En 1928, Almada decidió firmar con las Estrellas de Hollywood de la Liga de la Costa del Pacífico, Doble A, aunque ya en calidad de jardinero donde vio acción en un juego bateando de 2-1 (un doble). En aquella época ese nivel era el de máxima categoría previa a Grandes Ligas donde había peloteros que ganaban más dinero que en la Gran Carpa.

Luego, cuando los Indios de Seattle –también también en Doble A–  abrieron su pretemporada 1929 en Santa Cruz, el presidente del club Bill Klepper y el mánager Ernie Johnson lo invitaron al equipo y le  extendieron un contrato. (Johnson, con diez años de experiencia en Ligas Mayores, había ayudado en 1923 a los New York Yankees a ganar la Serie Mundial).

Lou Almada (Louis-Luis), tenía 21 años de edad e impresionaba en el entrenamiento de primavera. Como jardinero, era tan rápido como cualquiera en el club persiguiendo batazos y con un brazo preciso y potente. Aquel 1929, en su año de novato, bateó .305, con 4 jonrones, 25 dobletes y cuatro triples, todo en 141 partidos.

En su segundo año promedió .296, con 200 hits que incluyeron 19 jonrones, 36 dobles y ocho triples; en 1931 bateó .289 y a la siguiente .320 entre Seattle y San Francisco Mission Reds.

Precisamente, en la campaña de 1930, Lou dio 63 extrabases, un record para un mexicano en la historia de las Menores.

Su sobrino, el colega Eduardo Almada nos ha dio que Luis era considerado un bateador de mayor poder que su padre y tenía todo para hacer carrera en MLB.

Esa época coincidió con el inicio de la Gran Depresión, cuyo impacto obligado a muchos equipos, incluidos los de Seattle, para crear noches especiales a mitad de precio para las mujeres con el fin para aumentar la asistencia y los ingresos.

“Ladies Day Louie”

Fíjese qué detalle: En las noches de jueves, dedicado por el circuito a las damas, Luis “parecía que se inspiraba con el bat, con promedio inusual ofensivo, por lo que pronto recibió el mote de una escritora de beisbol  como “Ladies Day Louie”.

Mire sus actuaciones de aquellos jueves de noches de damas:

22 de agosto 1929: jonrón y un doble en la victoria de Seattle de 4-3 sobre los Angelinos de Los Ángeles; 9 de mayo 1930: de 3-3 con un jonrón en la victoria por 7-5 sobre el Beavers de Portland en el primer juego de una doble cartelera, y con 3 de 6 en el segundo (7-2 en triunfo de Seattle).

6 de junio: rompió un empate a ceros en la sexta con jonrón por encima del muro de la derecha para impulsar a  Dutch Holland en la victoria por 5-2 sobre los Oakland Oaks; 7 de agosto: conectó un jonrón en la victoria 8-1 sobre los Rojos de Misiones.

5 de septiembre: dos hits y par de impulsadas en una victoria 7-6 sobre Seattle el Solons Sacramento, y 23 de abril, de 3-de-5 con un par de dobles en la victoria por 12-7 sobre los Rojos de Misiones.

Su trayectoria con Seattle, por supuesto, trascendió hacia el beisbol mexicano, haciéndolo famoso: después de la temporada 1930, Almada fue nombrado capitán de un escuadrón de la Liga de la Costa para jugar varios partidos de exhibición en la Ciudad de México.

A principios de 1932, con Almada a punto de entrar en su cuarta temporada con los Indios, llegó a los entrenamientos de primavera acompañado de su hermano menor, de 18 años de edad, Mel, a quien pagó todos los gastos del viaje porque simple y sencillamente  el presidente del club Bill Klepper se negó a darle una oportunidad a un jugador tan joven.

Melo también llegó como pitcher, pero decidió, al igual como había sucedido con Luis, ser jardinero.

Mel también tuvo un par de becas universitarias; cinco semanas en primavera, ambos fueron invitados por el mánager Ernie Johnson a su oficina en el estadio Santa Cruz, quien decidió mantener al hermano menor en el equipo.

Hermanos efectivos con su bat

Volvamos a Eduardo Almada quien retoma esta otra parte de la vida de su hermano y señor padre:

Así lo cuenta:

“En la temporada de 1932 mi tío y Melo fueron los líderes del equipo. Luis bateó .320, mientras que Baldomero lo hizo para .311. En 1933, de nueva cuenta, Melo tuvo grandes números al batear para .323, aunado a una gran defensiva en los jardines.

Sus cualidades llamaron la atención de los Medias Rojas de Boston, quienes compraron sus derechos en el mes de agosto de 1933. Ya en septiembre, Boston no tenía posibilidades de pelear por el campeonato, por lo que le dieron la oportunidad de debutarlo.

Fue el viernes 8 de septiembre de 1933, en el mítico Fenway Park, que por vez primera en la historia un mexicano tomó un turno como jugador de Grandes Ligas.

Un momento que Baldomero nunca olvidaría.

Él decía que estaba impactado”. “Desde que lo compraron a los Indios de Seattle le dijeron que subía en septiembre, entonces él estaba a la expectativa de ello y por supuesto la emoción crecía de que se acercaba el día”.

Aquel 8 de septiembre, Boston se enfrentó en doble cartelera a los Tigres de Detroit. Baldomero Almada saltó como primer hombre al bat y jugando en el jardín central en ambos partidos.

En el primer partido, ‘Melo’ conectó el que sería el primer hit para un mexicano en las Ligas Mayores, además de anotar también la primera carrera.

Tuvo que enfrentar en el primer partido a uno de los mejores pitchers de las Ligas Mayores en ese momento, que era Tommy Bridges. Mi papá siempre tuvo, por lo visto, en su carrera deportiva, un ángel, porque en el primer turno al bat negocia un pasaporte y ya en el segundo le da de imparable.

Sin embargo, el debut de ‘Melo’ no fue tan afortunado, pues su equipo perdió los dos partidos por pizarra de 4-3, pero a nivel individual, el mexicano tuvo un buen inicio, ya que en ambos juegos conectó de hit y fue el jugador más destacado por la prensa en Boston”.

Lou deja Seattle

Continuemos:

Empero, tras jugar media temporada Luis abandonó a los Indios de Seattle para irse a vestir la franela, en 1933, de los San Francisco Mission Reds.

Con su nuevo team, Lou tendría su mejor promedió en su estancia durante Ligas Menores: .357, con 223 hits, 34 dobles y 17 triples y seis jonrones.

Con los Missions Reds también pegó al menos 200 hits en cuatro campañas consecutivas.

Y que cosa: con todo y su capacidad bateadora no escalaba a la Gran Carpa. “Tiempos muy duros” para el de sangre latina, ya sabe usted.

En 1934, su promedio cayó a .332, pero tenía 265 imparables en 186 partidos. Por su parte, Melo bateó .311 y .323 en sus dos años (1932-1933) en Seattle, un período que cubrió 276 juegos.

Muchos recuerdan cuando se enfrentaron Luis y Melo en serie de siete juegos entre los Indios y Rojos: “fue todo un espectáculo ver a ambos enfrentándose”, opinaría el Post-Intelligencer de Seattle: en la serie, Louie se lució con jonrón dentro del parque, un triple para impulsar dos carreras y un doble.

Disfrutó de 10 años en las Menores donde promedió .306. Fue parte del Equipo Ideal en distintos años y conectó 200 o más hits 5 veces. En 1,484 juegos, pegó 1,708 286 dobles, 97 triples y 44 cuadrangulares. Acumuló slugging de .417.

Al “colgar los spikes” se dedicó a los negocios en el mercado de productos en Los Ángeles, y más tarde en Nogales, AZ. Se retiró en 1977, y regresó a California. Él y su esposa Ligia Dávila vivieron en San Marino, California, por 50 años antes de trasladarse a Carmel en 1999.

Conocido por sus amigos y familiares como “Papa Lou”, falleció en su casa en Del Mesa, Carmel, el 16 de septiembre de 2005, una semana después de celebrar sus 98 años de vida.

Su último deseo fue que sobre su lápida se escribiera “El más noble de todos los Romanos”, en reconocimiento de sus días en High School de Los Ángeles. Su familia así lo hizo.
[simpleviewer gallery_id=»298″]

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

More in BEISBOL