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Mexicali Sport

FERNANDO TOPETE, ESCRUPULOSO GANADERO DE “ROSAS VIEJAS”

Estará en “Calafia” este domingo para ver sus toros que despacharán Fabián Barba, José Mauricio y Fermín Rivera

 

Por J. Luis MENDOZA GALVAN

 

Don Fernando Topete, escrupuloso, vigilante y celoso ganadero de “Rosas Viejas”, que tan buen éxito han tenido en sus dos presentaciones anteriores en Mexicali, acompañado de su señora esposa Luz María Delgado Medina de Topete que sabe tanto como su esposo, estará este domingo en “Calafia” para ver el juego de sus reses que mandaron para la corrida en la que alternarán Fabián Barba, José Mauricio y Fermín Rivera.

Charlando con Marthita Millán, dice don Fernando que, la de matador es una profesión que requiere un espíritu de sacrificio, dedicación absoluta, ambición, entrega, afición, conocimientos; amor propio, arte, personalidad, clase, naturalidad, valor, inteligencia y mucha suerte. Y para que todo ello resulte, se ocupa del toro.

Los toros no tienen palabra de honor, los ganaderos sí, según explican Fernando Topete y su esposa, María de la Luz Delgado, propietarios de Rosas Viejas, y advierten: “Hay incluidas demasiadas circunstancias fáciles de entender; los toros no son mecánicos, son seres vivos, tienen dolor de estómago o temperatura, y se ha visto con mucha frecuencia que un toro que no funcionó una tarde, al día siguiente sale extraordinario”.

La vida del toro en el campo se define con lujo de detalles y vivencias, junto a sus secretos: el herradero, el desahíje, tentadero, alimentación, costumbres, hábitat, comportamiento sexual, la cubrición, la parición. La organización y sus principios técnicos, las suertes del toreo, sus reglas, la nomenclatura de los lances, el cómo y el por qué de cada instante del espectáculo.

Rosas Viejas es un nombre que tiene su origen en el carácter mariano, y así se llama un potrero y los terrenos donde se encuentra la dehesa localizada en el rancho El Correo, situada en Encarnación de Díaz, Jalisco, de divisa verde, blanco y oro. Fundada en 1946 por Ramiro González, en la ex hacienda de San Cristóbal en Lagos de Moreno, con vacas de Matancillas y sementales de La Punta.

Los predios pertenecían a Diego Mateos y Ortega desde los años 1500, de ahí pasaron a sus descendientes.

Pedro Rincón y Ortega fue el primer párroco que tuvo Aguascalientes, quien se quedó con todo y además era dueño de Peñuelas. El citado sacerdote le puso “Rosas Viejas” en honor a la Virgen de Guadalupe y a las rosas salvajes del ayate de Juan Diego.

Rosas Viejas es variable, no cuenta con pintas precisas: tiene cárdenos, castaños, sardos, salineros y negros, careciendo de ensabanados. Recuerda Fernando Topete que él toreó muy poco de novillero, y en lo personal, en las tientas deja esa oportunidad a los nuevos valores. Prefiere “taparse”, aunque de vez en cuando echa capa. Reconoció que la mayoría de los ganaderos de repente tienen baches, no todo es perfecto.

Las historias de las ganaderías se remontan a muchísimos años y a generaciones completas de propietarios: Ramiro González empezó a quedarse con toros de La Punta, de Francisco Madrazo Solórzano. Lo que mandaban los dueños de La Punta es porque no les gustaban, sin embargo eran muy buenos, casi sensacionales, de la rama de Parladé. Ramiro González vende a Ezequiel Gutiérrez en 1951, después Ezequiel hizo lo propio con Antonio Delgado en los sesentas. Delgado acabó con el ganado, “no quiso seguir por lo difícil que es el manejo en cuanto al trato con la gente”.

Así, Fernando Topete Ceballos adquirió hierro y divisa que marcan la antigüedad. Él a su vez ya tenía animales de San Mateo, que eran Morube y Marqués de Saltillo. Decidiéndose tomar la línea de San Mateo, casta Llaguno, generándoles favorables resultados.

A los Topete les ha ido bien y hay una sola forma de comprobarlo: “No les queda ningún toro, todo lo que producen se vende”. Los toreros los han aceptado, sintiéndose muy orgullosos del esfuerzo realizado.

La señora María de la Luz Delgado Medina de Topete responde a la pregunta qué siente ser ganadera: “Nada especial, es lo que me gusta y desarrollamos, y estoy al lado del hombre que escogí y sus aficiones. Nuestros toros no entran a la casa. No son toros mansos, son toros de lidia. Estamos al pendiente de ellos en los potreros, haciendo los destetes, llevándolos a los corrales de saca, verificando tientas, teniendo al día los libros”.

El toro bravo no se cría pensando en el torero, porque se caería en la mansedumbre, el ganadero sólo piensa en la bravura que es principio y fin. El animal debe servir con decoro en los tres tercios.

 

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