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REGRESO AL FUTURO: POLONIA RINDE TRIBUTO A SU HISTORIA

VARSOVIA, Polonia.- El voleibol Polaco tiene un doble orgullo. Dos generaciones extraordinarias. Termina un mundial espectacular con los anfitriones levantando la copa y dejando en el camino a muchos con la etiqueta de favoritos.

No cualquiera se corona en casa. Pero al ver a esta generación de talentosos jugadores queda un sabor especial, sobretodo cuando hace 40 años, también hubo una selección polaca que se llevó los máximos honores en el Mundial de 1974 celebrado en México.

Era otro formato y otros tiempos, pero también una verdadera maquinaria aquella que levantó el trofeo en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, sobretodo un par de años antes de que consiguieran el oro olímpico de 1976, imponiéndose a la entonces poderosa escuadra soviética.

El equipo de 1974 también estuvo plagado no de estrellas, sino de jugadores extremadamente geniales como Zbigniew Zarzycki, Ryszard Bosek, Wieslaw Czaja y Wieslaw Gawlowsky, Aleksandr Skiba.

A ellos se sumaron, Stanislaw Gosciniak, Marek Karbarz, Misrosaw Rybaczewski, Wlodzimierz Sadalski, Wlodzimierz Stefanski y Tomasz Wójtowicz.

Desde luego, no podía faltar el capitán, Edward Skorek, quien ha sido considerado como uno de los mejores atletas en la historia del deporte y el olimpismo polaco, al lado del futbolista Grzegorz Lato y el marchista Robert Korzeniowski.

Su entrenador era Hubert Wagner. Su apellido lo decía todo. Llevaba sangre de genio, como el autor (aunque alemán y de nombre Richard) de la Danza de las Valquirias.

Al ritmo de ella, los «Polish» literalmente pulieron la cancha cada vez que solían pararse frente a la red.

Su jugador más bajo en cuanto a estatura era Wieslaw Gawlowski, con 1.80 metros y el más alto, Tomasz Wójtowicz, con 1.97 metros.

Ninguno rebasaba los 2 metros, pero jugaban siempre a la altura de las circunstancias y a casi 3 mil metros sobre el nivel del mar, en la primera ronda, la Ciudad de Toluca no los afectó.

Por el contrario, la altitud de la capital mexiquense los fortaleció barriendo a Egipto en tres sets (cuando éstos se jugaban a 15).

Después, se impusieron 3-1 a Estados Unidos, y a la Unión Soviética, también en cuatro mangas.

Tras cerrar jubilosos la primera ronda, de ahí se trasladaron a la Ciudad de México, y no perdieron un solo juego para cerrar invictos todo el torneo.

México, el país anfitrión, les sacó un set en la segunda ronda del campeonato el 20 de octubre de 1974 con los aztecas jugando un parcial de ensueño, el cual se definió 15-8 y en el cuarto, la diferencia fue por escasos dos puntos.

Al cierre del encuentro, los parciales fueron 3-1 para los polacos, que ganarían 15-12, 15-11, 8-15 y 17-15.

El propio Czaja guarda recuerdos favorables de su estancia en México en dos épocas distintas: la primera en aquel 1974 y la otra casi cuatro décadas después, cuando en 2013, obtuvo la medalla de tercer lugar con la selección Sub 21 en el Mundial de la FIVB en Tijuana tras una victoria ante Irán.

“Para mí México es un hermoso país, ya que como jugador gané una medalla de oro hace 40 años, después como entrenador me tocó la medalla de bronce como entrenador en otro campeonato”, recordó.

Al final de la contienda, el ranking por puntos, que determinaba al ganador lo dijo todo: 10 unidades para Polonia, 9 Puntos para la antigua Unión Soviética, que se quedaría con la medalla de plata, y 8 para Japón, que cerró en tercer lugar.

Algunos dirán que el equipo de hace cuatro décadas tiene la ventaja de haber sido campeón mundial y campeón olímpico.

Sin embargo, no hubo mejor tributo para los monarcas de hace 40 años, que traer la corona de vuelta, por parte de una nueva generación, y sobretodo, conservarla en casa.

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