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Jesús Alberto Rubio

AL BAT

Bien, por Jorge Fitch

Ayer tempranito contacté vía telefónica con Jorge Fitch, quien sigue recuperándose de su salud tras sufrir embolia cerebral que le paralizó medio cuerpo.

Marco Antonio “El Marciano” Manzo me proporcionó el teléfono de Jorge en Mexicali y más que pronto contacté con él.

El gran Fitch vive de lunes a viernes en un rancho de su suegro bajando de la Rumorosa y, los fines de semana, retorna a Playas de Rosarito, siempre al lado de su inseparable esposa Elda.

En la agradable charle, ambos me hablaron emocionados de su vástago más pequeño, César, quien a sus 14 años de edad promete granes cosas en el beisbol, tal y como lo demostró con su bat en la reciente Olimpiada Infantil y Juvenil celebrada en Puebla de los Ángeles.

Pronto tendremos información y fotos de este muchachito que va cumpliendo al pie de la letra aquello de “hijo de tigre… pintito”.

Por mientras, muy bien, Jorge Fitch Díaz.

Recibe mis afectos, como siempre.

Iván Nova

Sólo Ivan Nova (NYY) y Cole Hamels (Filis) tienen nueve triunfos en MLB; los líderes son R.A. Dickey (10/Mets) y Lance Lynn (10/Cardenales).

Nova (9-2), líder en ganados en la LA,  ligó su quinta victoria seguida, en tanto  los Mulos del Bronx, su novena para seguir en la punta de la División Este del nuevo circuito.

Oliver retorna

Otra oportunidad: Óliver Pérez (30), ha vuelto al Big Show; los Marineros lo subieron desde  los Rainiers de Tacoma, sucursal Triple A de los Marineros y esperemos que sea para quedarse todo el año.

El culichi estaba en su punto en Tacoma:   En 22 apariciones como relevista llevaba  2-2, 4.65 de ERA, 19 bases y 42 K en 31 innings.

Tenía el liderato lidera la Liga de la Costa del Pacífico en promedio de K por cada 9 innings entre todos los relevistas: 12.19 por 11.37 del sublíder Cory Burns.

Seguramente Óliver continuará en el rol de relevista, pero vale más esperar. ¡Suerte, compañero!

Cesáreo y Stengel

Te envío unas cuantas líneas acerca de ese formidable personaje, como lo fue CASEY STENGEL.

También tomado (y adaptado) del artículo que publicó Joe Reichler: «allá por 1912, a sus 22 años, jugaba con el equipo de Montgomery, y los Dodgers de Brooklyn (¡que se pintaban solos para contratar peloteros a los cuales les faltaba más de un tornillo!) mandaron a un buscador, para que les diera informes de ese muchacho.

Pues bien, después de haber pegado 6 hits en un doble partido, y robarse dos bases (sólo que se pasó de la colchoneta en uno de esos imparables, y lo pusieron fuera; y las bases que intentó robarse ya estaban ocupadas por un compañero); y de hacer dos grandes atrapadas y dos tremendos tiros, “sólo que tiré a la base equivocada” (en su hablar muy peculiar  de este «camarada»), he aquí el informe escueto que el scout le rindió a Charlie Ebbets, propietario de los “Vagabundos”:

“Este tipo es el mejor jugador del mundo… ¡del cuello para abajo!”.

Y es que, figúrese, dos años antes, cuando inició su carrera profesional, con Kankakee, se ponía corbatas llamativas sobre su traje de pelotero; y se empeñaba en practicar las “barridas” a toda hora, incluso cuando se iba a su posición en el jardín.

“Al otro lado de la barda del jardín central”, relata este tipo, “había un manicomio, y los loquitos se asomaban y me aplaudían a rabiar. Pero mi manager le daba vueltas a su dedo a un lado de su cabeza, y me decía: ¡ya te falta poco para que tú también estés ahí!”.

Bueno, pues en ese mismo 1912 llegó al equipo grande, dirigido por el bonachón Wilbert Robinson, a quien llamaban “Tío Robbie”, y al muchacho no le costó ningún trabajo acomodarse a los gustos y caprichos de su manager, que lo hizo su consentido.

Una ocasión, este cuate vio pasar por encima de su cabeza uno de esos aparatos nuevos que volaban, inventado años antes por los hermanitos Wright, y se le vino una “ideota”.

Así que convino con un piloto de esas máquinas a que lo paseara por encima del Ebbets Field. Y, además, convenció a su manager de que cachara una pelota que le iba a lanzar desde arriba.

Porque, deben saber, el Tío Robbie había sido un magnífico catcher en sus años de pelotero.

“El Tío” se puso muy listo ahí, en el terreno de juego, esperando la pelota que le lanzarían. Pero el tipo, en lugar de pelota, le dejó caer una toronja, de las que tienen pálida la cáscara pero coloradas por dentro; el objeto esférico bajó rápidamente, el “Tío” lo localizó, pero en el último instante no pudo atraparlo con la mascota, y le pegó en el pecho, lo cual originó que la fruta reventara y lo llenara de jugo, que parecía sangre.

“¡Dios mío; estoy herido!”, gritaba aterrado tío Robbie,“¡me voy a morir!”. Mientras tanto el muchacho, después de bajar del avión, se desternillaba de risa, escondido lo más lejos posible, para no ser víctima de la ira de Wilbert (¡una vez que éste se repusiera de la impresión!).

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